Que vengan las tormentas
feroces
a destrozar mis campos
a inundarlos, a perder las semillas,
a quemar con granizo los brotes.
que avasallen todo, que lo rompan.
Que la luz de mil relámpagos hagan estallar mis ojos.
Que vengan más, tormentas y huracanes
y luego incendios y sequías
que caiga el mundo pedazo a pedazo sobre mi espina dorsal
que desmorone mis costillas y me destace el vientre,
que mis piernas rotas se hundan en el fango.
Que mis manos se derrumben entre montones de arena
mientras mis pies siguen caminando hacia el fondo del mar.
Perdí la cuenta de los latidos de mi pecho
todo lo que queda ahí son ecos
acá,
todo este bullicio
lo reina
infernalmente
el silencio.