viernes, 19 de julio de 2019

No quisiera despertarme el día de mañana y darme cuenta de que dejé de ver tus ojos por voltear hacia un pasado que no era más que dolor. Mírame, mírame todo lo que quieras, este silencio es tuyo y todos los que quieras, también todas las palabras y las miradas y tus manos que tocan mis manos como mariposas. No quiero dejar pasar un minuto más sin que lo sepas: me gustas.    


Me gusta tu risa para acompañar mis tonterías, me gusta tu voz para platicar todas las noches, todas las tardes y esos momentos a las dos de la mañana. Me gustan tus ojos para perderme en ellos. Tu boca me gusta para leer, para gritar, para besar, para librar todas las guerras. Me gusta tu forma de ver la vida, tu soledad y tu libertad para acompañarlas, para aprender de ti, para debatir sobre las formas y los menúes, sobre la muerte, sobre el nombre de las cosas, sobre los helados.


 Esta es probablemente la peor declaración, la peor sentencia: me gustan tus manos para asirme a ellas, para anclarme cuando naufragio, para volar cuando caminemos por la calle de todas las ciudades del mundo. 


Te quiero como para aprenderme tu nombre con todas sus letras, como para aprenderme tu sabor favorito y cómo te gusta el café. 
Y tal vez mañana, cuando me despierte, me dé cuenta de que los amaneceres son menos fríos desde que sentí lo helados que están siempre tus dedos y me de cuenta, como hoy, todas esas veces que te dejé ir y que debí tomar un poco de valor y besarte.  


"¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?" -Pablo Neruda 
Es aquí, en es este rincón de la noche donde siento que tu ausencia cala más, donde te extraño.
Me da por extrañarte a las dos de la mañana y antes, cuando vuelvo del trabajo y un poco antes, cuando guardo silencio.
Ausencia. Falta de ti, falta de ruido, de disturbios en la sala.
Ausencia. Incendio que asfixia y consume y apaga.
Olvido.
Dolor.
Olvido.
Tengo aquí estas manos que tiemblan, esta voz que grita y convulsiona, que chilla y se agobia en el rincón más oscuro de la noche.
Yo siento que te has ido por esa puerta que labré con mis manos, tus pasos andan hacia caminos que hicieran mis pasos y te han guiado hacia otro lugar más rincón, más oscuro que había edificado para mí, cuando la hoguera de tu pecho estallara.
Pero no.
Ahora te extraño. Ahora van mis manecillas tornándose brújulas que te buscan y mis manos van contando el tiempo y tú no vuelves.
Y pienso que tal vez esta vez de el agujero más oscuro de la noche emanarán mis peores pesadillas, inundarán la sala y harán el disturbio que me falta. Caos. Dolor. Olvido.
Ausencia.
Caos. 


te extraño.

martes, 9 de julio de 2019

Varias veces he contenido el llanto porque en algún momento me llamaron "dramática", dijeron que estaba revolcándome en auto compasión, que tenía que salir adelante.
Las palabras marcan.
Hoy sé que hay muchos sentimientos atorados en mi cuerpo gracias a que no he podido sacarlos, he pasado por días oscuros en los que todo lo que quiero hacer es llorar, pero mi ansiedad no me permite hacerlo porque no quiero ser más esa persona "tirada al drama", no quiero tenerme lástima.
Es bien complicado.
Se me pide ser fuerte, yo misma me exijo serlo, por mi nombre y apellido, por el ejemplo que tuve, en fin, "Sé que vas a salir de eso", a veces no tengo esa certeza.
Quiero no ser fuerte un momento, pero parece que no encuentro el punto medio.
Estoy cansada de esa voz en mi cabeza que me dice cómo actuar, qué está bien, qué es correcto.
Esta angustia sólo crece y crece.
Ni siquiera me deja publicar esto.
Hay momentos en que tengo la idea clara de que debo pasar por esto, que debo afrontarlo y encontrarle sentido, desenredar todo ese nudo que soy.
A ratos también tengo ganas de ignorarlo todo, de dejarlo para después, de hacer como que no pasa nada, pero es como un río con la superficie congelada, en el fondo sigue la corriente fuerte y me arrastra.


Me siento conflictuada por cómo manejarlo. Es una batalla constante con mi mente, con esos pensamientos que no sé de dónde salen.
La angustia lo trasciende todo.
Escribir me calma pero no sé si sólo lo estoy haciendo a un lado.
Me da ansiedad no saber qué hacer con mi dolor, dónde ponerlo. ¿Estará bien o estará mal? ¿Será correcto?
Me enoja sentirme así, no puedo dejarme sentir el dolor, porque no quiero ser demasiado triste o quedarme sin procesarlo por tratar de evadirlo.
Estoy en jaque.

 A veces mi casa parece una sombra, un hueco, hay espacios que se van sintiendo fríos, marchitos. Hay veces que no quiero volver. Que siento...