lunes, 7 de octubre de 2019

61019

Ahí donde el movimiento se mezcla con la mirada, donde el tiempo desentona, ahí estábamos nadando entre el ir y venir de las olas.
Nuestros cuerpos transmutaban de una dimensión a otra, navegando el magnetismo entre luces de colores.
Luego todo cambió de centro, la vida, por un instante comenzó a girar alrededor nuestro: tu aliento llamando al mío, tu piel erizando la mía...
Nuestros labios se juntaron como corrientes del vendaval, como formando un tornado que nos arrastraba a no sé dónde, pero arrastraba la realidad y la hacia trizas.
Nos besamos como si nunca hubiéramos conocido otros labios,  como si nuestras lenguas buscaran las palabras que nuestros ojos no se animaban a decir.
Tus ojos se clavaron en los míos y fue como si nunca hubiera visto otros ojos, nos acariciamos como si en 7 vidas no nos hubiéramos hallado...
Nos cantaban los corazones como tambores, querían salir del pecho y bailar juntos, querían volar como nosotros, mientras la noche caía.
Querían mis labios decirte tantas cosas en ese único lenguaje de los besos, querían mis ojos guardar ese momento, tatuar tu rostro, tu imagen en mi alma.
Quería darte una caricia que dijera tanto...
Y solo pude abrazarte y estrechar tu mano.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Laboratorio de ósculos

En mis romances más intensos, no sé bien cómo ni por qué, aprendí a besar de otras maneras (primero, descubrí cómo besar con las manos, luego, cómo besar con la mirada, y aunque aún no me lo creo del todo, más recientemente aprendí a besar con el alma).
El primer-último beso que me robaron fue bailando, y así bailando dí mis últimos besos.
Cómo entre tanto va uno sembrándose en cada labio, cómo van quemando una a una cada mordida...
Cuando analizo un poco más a fondo, puedo saber que cada roce va potenciando los sentidos, girando el caleidoscopio y liberando más mariposas,  hay personas con las que rocé los labios, y hay otras toqué su alma.
Cada beso, dicen, activa 61 músculos distintos, intercambia bacterias potenciando nuestro sistema inmune, generando endorfinas, quemando 12 calorías...
Cada beso, digo yo, inicia el fuego en el que se queman miedos e inseguridades, activa más neuronas espejo, nos vuelve más empáticos, nos marca el ritmo único que armoniza el latir de dos pulsos.
Cada beso es una danza de dos cuerpos con un código específico de movimientos, con un lenguaje único cada vez.
Cada beso es un cerillo que se enciende en la penumbra del abismo.

viernes, 19 de julio de 2019

No quisiera despertarme el día de mañana y darme cuenta de que dejé de ver tus ojos por voltear hacia un pasado que no era más que dolor. Mírame, mírame todo lo que quieras, este silencio es tuyo y todos los que quieras, también todas las palabras y las miradas y tus manos que tocan mis manos como mariposas. No quiero dejar pasar un minuto más sin que lo sepas: me gustas.    


Me gusta tu risa para acompañar mis tonterías, me gusta tu voz para platicar todas las noches, todas las tardes y esos momentos a las dos de la mañana. Me gustan tus ojos para perderme en ellos. Tu boca me gusta para leer, para gritar, para besar, para librar todas las guerras. Me gusta tu forma de ver la vida, tu soledad y tu libertad para acompañarlas, para aprender de ti, para debatir sobre las formas y los menúes, sobre la muerte, sobre el nombre de las cosas, sobre los helados.


 Esta es probablemente la peor declaración, la peor sentencia: me gustan tus manos para asirme a ellas, para anclarme cuando naufragio, para volar cuando caminemos por la calle de todas las ciudades del mundo. 


Te quiero como para aprenderme tu nombre con todas sus letras, como para aprenderme tu sabor favorito y cómo te gusta el café. 
Y tal vez mañana, cuando me despierte, me dé cuenta de que los amaneceres son menos fríos desde que sentí lo helados que están siempre tus dedos y me de cuenta, como hoy, todas esas veces que te dejé ir y que debí tomar un poco de valor y besarte.  


"¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?" -Pablo Neruda 
Es aquí, en es este rincón de la noche donde siento que tu ausencia cala más, donde te extraño.
Me da por extrañarte a las dos de la mañana y antes, cuando vuelvo del trabajo y un poco antes, cuando guardo silencio.
Ausencia. Falta de ti, falta de ruido, de disturbios en la sala.
Ausencia. Incendio que asfixia y consume y apaga.
Olvido.
Dolor.
Olvido.
Tengo aquí estas manos que tiemblan, esta voz que grita y convulsiona, que chilla y se agobia en el rincón más oscuro de la noche.
Yo siento que te has ido por esa puerta que labré con mis manos, tus pasos andan hacia caminos que hicieran mis pasos y te han guiado hacia otro lugar más rincón, más oscuro que había edificado para mí, cuando la hoguera de tu pecho estallara.
Pero no.
Ahora te extraño. Ahora van mis manecillas tornándose brújulas que te buscan y mis manos van contando el tiempo y tú no vuelves.
Y pienso que tal vez esta vez de el agujero más oscuro de la noche emanarán mis peores pesadillas, inundarán la sala y harán el disturbio que me falta. Caos. Dolor. Olvido.
Ausencia.
Caos. 


te extraño.

martes, 9 de julio de 2019

Varias veces he contenido el llanto porque en algún momento me llamaron "dramática", dijeron que estaba revolcándome en auto compasión, que tenía que salir adelante.
Las palabras marcan.
Hoy sé que hay muchos sentimientos atorados en mi cuerpo gracias a que no he podido sacarlos, he pasado por días oscuros en los que todo lo que quiero hacer es llorar, pero mi ansiedad no me permite hacerlo porque no quiero ser más esa persona "tirada al drama", no quiero tenerme lástima.
Es bien complicado.
Se me pide ser fuerte, yo misma me exijo serlo, por mi nombre y apellido, por el ejemplo que tuve, en fin, "Sé que vas a salir de eso", a veces no tengo esa certeza.
Quiero no ser fuerte un momento, pero parece que no encuentro el punto medio.
Estoy cansada de esa voz en mi cabeza que me dice cómo actuar, qué está bien, qué es correcto.
Esta angustia sólo crece y crece.
Ni siquiera me deja publicar esto.
Hay momentos en que tengo la idea clara de que debo pasar por esto, que debo afrontarlo y encontrarle sentido, desenredar todo ese nudo que soy.
A ratos también tengo ganas de ignorarlo todo, de dejarlo para después, de hacer como que no pasa nada, pero es como un río con la superficie congelada, en el fondo sigue la corriente fuerte y me arrastra.


Me siento conflictuada por cómo manejarlo. Es una batalla constante con mi mente, con esos pensamientos que no sé de dónde salen.
La angustia lo trasciende todo.
Escribir me calma pero no sé si sólo lo estoy haciendo a un lado.
Me da ansiedad no saber qué hacer con mi dolor, dónde ponerlo. ¿Estará bien o estará mal? ¿Será correcto?
Me enoja sentirme así, no puedo dejarme sentir el dolor, porque no quiero ser demasiado triste o quedarme sin procesarlo por tratar de evadirlo.
Estoy en jaque.

lunes, 24 de junio de 2019

A veces me pierdo en lo que es políticamente correcto, ahí revuelto, entre lo que debería, lo que hubiera y la mejor decisión. está mi criterio, mi cordura, mi fuerza.
por formación, siempre la mejor decisión ha sido la de buscar el bien mayor, el bien para la mayor cantidad de personas. Por convicción he pensado que lo mejor es entregarlo todo y dejar al último lo que yo deseo porque soy una persona autosuficiente...
Pero ahora mismo no encuentro todo eso en lo que yo creía, ahora mismo el bien mayor va en contra de mi lógica, en contra de mi misma. Ahora mismo siento esa necesidad de ponerme en primer lugar, de pedirlo todo. Me han dicho que soy impulsiva por seguir siempre "el corazón", creo que mis sentimientos van siempre por delante, como caballos salvajes, desbocados. He escuchado que debo controlarme más, pero ahora mismo todo lo que quiero hacer es gritar hasta quedarme sin voz, me siento tan inmóvil, tan atrapada entre todo: entre ser madura, ser correcta, ser auténtica, ser yo, dejarme ser, ser sabia, ser prudente, ser responsable, ser maestra, ser bailarina, ser buena, justa, luchar por lo que quiero, hacer lo que se me enseñó, hacerlo bien,  hacerlo mejor, hacer lo mejor, ser mejor...

hay tantas voces en mi cabeza que gritan, que pesan, que exigen, que devoran.
Estoy en ese punto en el que sea cual sea mi siguiente movimiento, voy a fallar, voy a caer, lo sé, lo siento en la piel. Es este miedo a no hacer lo correcto, a equivocarme, lo que me paraliza.  es esta ansiedad la que desgarra mis neuronas, la que clava sus dientes en mi pecho y encadena mis manos.
Es tan agotador que me cuesta pensar en cómo resolverlo. Es tan aterrador que no quiero abrir los ojos.

miércoles, 19 de junio de 2019

Hoy me duelen demasiadas cosas: me duele relajar la espalda, dejar caer los omoplatos, bajar las clavículas; me duele sostener el brazo izquierdo, me duele sostenerme, me duele sostenerme firme, en pie...
Me duele sentirme abatida, me duele el silencio, me duele el canto de los grillos, me duele ver luciérnagas y no tener eso que me hacía atraparlas; me duele el tiempo tan lento, el tiempo entre las manecillas, la ausencia entre las manecillas, el silencio, el vacío, la soledad entre las manecillas.

Me angustia. Me agobia el sentir todo tan lleno de nada, todo tan calmo esperando a que yo haga algo, a que yo lo llene. Me angustia no llenarlo, me da miedo llenarlo de cosas que no estén bien: atesorar baratijas, arrinconar fracasos y tener la casa llena y las manos vacías.
Me he mirado ahora, que tengo la casa, las manos, el alma vacías. 
El miedo está aquí, conmigo. Carcomiendo la madera de mis muebles, jalando los hilos de mi suéter, llenando los rayos de luz de fragmentos de versos, de puntos suspensivos, de copos de desesperanza.

Me duelen las manos de ausencia.
Me duele el pecho de llanto, de desesperación, de impaciencia.
Me duelen los ojos de tanto vacío, de tanto eco, de tanta falta.

En esta casa en donde me duelen tantas cosas tengo ahora que remendar mis versos, que remojar mis labios y limpiar poco a poquito el miedo, poco a poquito el llanto y dejar que las manecillas retomen su pulso, que el viento se cuele por las ventanas y remueva un poco el polvo que ha caído sobre mis brazos, y otro poco el pánico que se ha estancado sobre mis hombros.

lunes, 27 de mayo de 2019

Tal vez, dentro de todo el caos que eres, puedas reconocer dentro de ti la certeza de que yo lo habría dejado todo por tomar tu mano.
Siempre me dejo avasallar por las emociones, el impulso loco de seguir lo que me hace feliz, ya ves, me gana el corazón la mayoría del tiempo.
Pensé en todas las cosas que nos hacían reír, en todas las charlas compartidas. Todos esos pasos andados y desandados por las aceras de la ciudad... hacia ningún lado. Todos esos "baches" que pasaba por alto, que prefería no ver, porque a veces así son las personas.
Y es que sí, a veces así son las personas.
A veces las personas duelen, a veces las personas decepcionan.
Tal vez, dentro del caos que soy, pude haber reconocido dentro de mí la certeza de que tú ibas a dolerme como nadie antes, como nadie jamás.  

sábado, 11 de mayo de 2019

Soñé contigo toda la noche, aparecías en todos mis sueños una y otra vez, como sí mi inconsciente te trajera a mi, como si no fuera suficiente extrañarte a ratos.
Estabas ahí, tu imagen tan clara y tan viva. Te plantabas ante todo como alfil de mármol, y todo el ambiente se llenaba de tí y de las mariposas que salían de mi piel.
Sentí celos, sentí amor y todas esas cosas que siento cuando te veo. Sentí nervios de hablarte y ese deseo casi incontrolable de besarte cuando te saludo.
En mi sueño todos lo notaban, en mi sueño todos sabían que bajo mi piel arde un ensueño, una ilusión de correspondencia.
Y sucedía, tomaste mi mano y continuamos al siguiente sueño.

Ninguno fue tan bello como ese, pero desperté con las ganas de verte, con la esperanza encendida, con la ilusión de que algunos sueños  se vuelven realidad.

domingo, 24 de marzo de 2019

Es que lo hemos perdido todo?
Hemos dejado pasar nuestro momento?
Habremos quemado nuestra posibilidad?
Es todo?

Es que acaso ya estamos demasiado lejos?

miércoles, 13 de marzo de 2019

Hoy soñé contigo.

A veces todo el jazz me habla de tí, y todo esos lugares donde está tu sombra. Todos esos rincones de la esquina donde se sienta tu aliento, donde el aire es más denso por el humo de tu boca.

Anoche te soñé, soñé tu boca.

Soñé tu cabello alborotado, ese universo engarzado entre hilos negros.
Soñé tu prisa y tu andar despistado, tus pasos con todo y su eco, con todo y tu sombra y ese pañuelo que llevas al cuello y tus manos...

Soñé tu presencia y el momento fue tan breve pero aún a esta hora puedo evocar esa imagen y saber que soy feliz con tu existencia.

lunes, 18 de febrero de 2019

Puede que está sea la más oscura de mis soledades.
He llorado por fin, luego de mil noches, luego de tantas razones, hoy, me vengo a deshacer en un llanto amargo y luego frío.  He llorado hasta no poder respirar, he llovido.
Me decanté en un sin fin de incertidumbres, en un ir y venir de preguntas sin respuesta, de certezas sin probabilidades; lloré como hacía mucho que no lloraba,  encontré una puerta que no conocía hacia pensamientos vampiros,  hacia agujeros negros en mi alma.
No sólo lloví, me ví tormenta, huracán, ciclón. Me ví agua turbia y siniestra. Y en el centro de todo ese bullicio, había algo bueno, hay calma en el abismo de la soledad.
Cuando me miré deshecha pude ver todas mis partes. Me veo más humana ahora que soy agua y entonces me sentí en paz con mi tormenta.
Al final, el naufragio también es un viaje.
Hoy lluevo, dejaré que pase.

jueves, 14 de febrero de 2019

Nunca aprendí a nadar porque no sé aguantar mucho tiempo bajo el agua.
No pude aprender muchas cosas por miedo.
Temprano aprendí que no me gustaban los gatos porque a mi familia no les gustaban y así fui cultivando sobre el molde y luego ví que me sobraban sueños que no cabían.

Poco después comencé a hacer mis propios moldes, a buscar mis formas. Hoy siento que hay una libertad pacífica rodeando mi pecho, dentro todo es una intermitencia entre el caos y la alegría.

Anoche escuché el tren, a penas estaba la madrugada y todo era silencio, podía escuchar las ruedas puliendo el riel, casi podía escuchar al maquinista. Me invadió la nostalgia como un presagio de todo el desierto que cubriría las siguientes horas.
Pasé la noche entre vueltas y pesadillas, luego el ruido de los coches, luego el sol...
Hay un instante, justo después de abrir los ojos en que siento como mi cuerpo despierta de nuevo, luego una punzada en el hombro, luego dolor y prisa y algún maullido que clama que rellene su plato.
He pensado sobre la muerte los últimos días. La muerte en general, no propiamente la mía.
Sé que la relación vida-muerte es indestructible, dependiente, inseparable, y que su belleza es infinita. Sé que una vez que termine de vivir, terminaré también de haber muerto y mi existencia anulada dependerá del recuerdo de alguna memoria y terminará más tarde, luego de haberse reducido a suspiros.

Yo creo que hace no mucho, he muerto.
No salgo de este existencialismo burdo, wannabe, hilarante.
Pero creo tener una certeza. Creo que he mutado a algo un poco distinto. No sé si soy más o menos María, pero veo todo como si estuviera sumergida desde hace días, como si fuera ese tren que rompe la noche. Como si el que late no fuera más mi corazón, sino toda yo.

Como si los rieles pulieran la rueda.
Como si hubiera cruzado un umbral que deja todo atrás.
No sé si me siento más muerta o más viva. Pero algo cambió.

domingo, 10 de febrero de 2019

Sideral.

Ella me mira mientras yo recuesto mi cabeza sobre el respaldo de la silla, volteo y nuestros ojos chocan.
Es ahí cuando el tiempo se detiene y todo gira en torno a nosotros y sabemos que estamos muriendo.
Hablamos de todo. Y a veces me invade el miedo de pasar un momento lejos, perderme un momento de su magia, todo sin ella es perder.
A veces siento que huimos de todo. Hablamos porque tenemos miedo, caminamos porque no queremos llegar tan pronto a donde el camino se bifurca. Caminamos juntas, buscamos nuestro espacio para existir. Buscamos. Buscamos.
A veces  somos astronautas y saltamos de luna en luna, esquivando los autos y los meteoritos. A veces somos estrellas y nos sentimos rojas y azules y amarillas y muriendo. A veces, casi siempre, ella es viento. A veces, menos, también es cisne y canta.
Sabemos que morimos porque sentimos el tiempo que se nos va.
Sabemos que morimos y tenemos miedo de morir amando.
Sabemos que morimos y tenemos miedo de volvernos polvo.
Lo que no sabe es que yo veo que es semilla y que aún cuando muera, se convertirá en árbol y flores y peces.
Sé que muero y que hacer los minutos más largos no me hará vivir más, pero ella me hace morir menos.
Vuelvo a la tierra, ella sigue hablando de la geografía y las matemáticas... me he perdido un poco, pero luego me tiene de nuevo y caigo en cuenta que es a su lado donde soy entera. No hay máscaras, somos estrellas y estamos brillando y aun si morimos un poco más al caer la noche, seguiremos brillando mañana. 

domingo, 3 de febrero de 2019

XY+++++++++

Tenemos un grillete en el cromosoma Y.
Nos matan.
La estadística es tan cruel que es probable que ya estemos muertas y aún no lo sepamos, es probable que mañana sea mi turno, o el de mi prima, o el de mi amiga...
A veces nos matan, a veces nos quitan la vida. Sí, a veces nos encuentran en un lote, en una calle, en un río, otras, nos pierden para siempre, y no hablo de mi amiga Sandra, de la que hace 6 años no sabemos nada, hablo de todas esas que vuelven y caminan pero lo han perdido todo. Y es que esto se ha vuelto un juego de quién pierde más: la confianza, la autoestima, la dignidad, la vida...
¿Qué más nos van a quitar?
Ya no importa tu tez, tu altura o talla, el.color de tu pelo o tu edad, ¿Tienes vagina? ¡Vas! ¿Y luego qué? Luego el calvario. Un sistema hecho para ser vencido. Lleno de idas y vueltas, encrucijadas y mucha mierda que atravesar para hacer una denuncia, para activar una alerta, para abrir una carpeta.
Yo no sabía que ser mujer era tan peligroso hasta que me enseñaron que si te ves bonita, eres un blanco, que para salir sola de noche hay que tener un horario, que hay que memorizar las placas del taxi y ver a los ojos a todos.
Es demasiado.
Aprendí a tener miedo y ahora me enfrento a que eso que tanto temía, está a la vuelta de la esquina, que ya no es "sí algo me pasa" es "que nada me pase hoy".  Tengo hartazgo de tanto miedo, estoy cansada de morir tantas veces, un poco en cada una de las que desaparecen cada día, un poco en cada afiche de "se busca"   estoy Harta de que nos maten, porque nos tratan como flores, nos cortan, nos llevan, nos explotan hasta que nos marchitan.
Duele ser mujer, aquí en este país, en esta ciudad. Con tanto acoso.
Me duelen mis primas, mi hermana, mis hermanas de vida, mi sobrina, mis amigas, me duele la chica guapa de la otra cuadra, mis colegas, me duelen los papás de las desaparecidas.
Y todo lo que nos queda cabe en una mano: un spray, una llave, un anillo... Todo con lo que podamos defendernos, un lápiz, nuestras manos, nuestras letras, nuestra voz...

sábado, 26 de enero de 2019

Sobre la muerte. El ciclo de lo no eterno.

Hacia tiempo que sabía con toda seguridad que vendría a llevarse a mi madre para siempre, la simple idea me partía y aún no entendía bien lo que sería.

"Ustedes son fuertes y lo bueno es que ya se veía venir, seguro que ya estaban preparadas..."

A veces yo pensaba estar lista, continuaba diciéndome que estaría bien, porque tendría la certeza de que era la última opción por todo lo que pesaban tantos años de enfermedad. Otras, decía "ya hemos salido de peores escenarios y ella sigue aquí, luchando...", todo estará bien.

No me doy cuenta hasta este momento de que vivimos no se cuantos años en la primer etapa del duelo: la negación.

Jamas fue ajena la idea de morir, todos lo hacemos un poco más cada día. Pero nunca viví la muerte tan de cerca hasta que estuvo encima de mí, casi estoy segura que pasó a mí lado, me  habrá rosado el hombro y se quedó bien cerca desde entonces.
Un día antes de -eso- supe lo que realmente me importaba en la vida, supe lo frágil que son la mente, el cuerpo y lo fuerte que son la fe y el amor. Supe que pedir perdón una vez no es suficiente, pero cómo de suficiente es un "te amo" y supe, porque Ella me lo dijo, que soy una chingona.

De pronto hay un zumbido fuerte en mi cabeza, muchas escenas en Mutis, que ahora veo que fueron años y una presión grande en el pecho.

¿Cómo es la muerte? Puedo decir que es una exhalación profunda, eterna... hasta que se apaga la luz.
Como sumergirse en el mar hasta la penumbra y -espero- que los peces la hayan tomado de la mano y guiado hasta el otro lado, a donde brillará para siempre.

A veces creo que por sostener su mano, se llevo un pedazo de mi alma; pude sentir también que me asfixiaba los días siguientes, puedo asegurar la existencia del modo automático de mi sistema. El dolor estaba sobre, dentro, bajo, junto, ante, en mi piel; ya no sabía cuando estaba llorando, ¿La sonrisa por compromiso? Siempre. Los ojos vacíos... Zombie total.

Fase dos: la ira.
Para cuando me di cuenta de que estaba llena de enojo ya era algo tarde, había devorado todo a mi paso; ¡me odie tanto y a Ella y a la vida..! Que cuando vi el espejo, ya no estaba. Vi a alguien que no conocía, veinte kilos de odio en mi sistema, ideas nocivas, desden total por todo lo que amaba.
La culpa me consumió, no hubo necesidad de llegar a negociar, solo un ir y venir de "por qués" y de "hubieras".
Nunca supe qué tan oscuro se puede tornar un lugar hasta que me encontré ahí, luego no tuve ideade cómo volver.
El lugar donde habité de repente era un laberinto del que no podía huir y a la vez era mi único refugio. Me pesó la soledad aunque estuviera acompañada, luego de 20 años con ella, la soledad era su ausencia, su ausencia era la soledad.
Sí, quise morir muchas veces, quise cambiar de lugar y por eso dejé morir muchas cosas, muchos momentos, mucho tiempo. Les dije: la muerte se quedo cerca.

Podía sentir su respiración sobre mi hombro, podía sentir como de a poco se llevaba todo lo que me quedaba, y todo lo que me quedaba era mi perra, esa que Ella me regalo, esa que Ella bañaba, la misma que aprendió a acompañar a pesar de las enfermedades.

Vi de nuevo la vida florecer y luego marchitarse y desvanecerse en mis manos. Recordé aquella noche fría, aunque no podría decir si en realidad fue fría, pero ¡Qué frío!

"Si no aprendes la lección, la repites hasta que lo entiendes"

O simplemente es el ciclo de lo no eterno, de lo mortal.
No es que se me hayan muerto, sólo murieron.
La aceptación recién llega y a veces todavía se va; la aceptación parece un papalote que no sé manejar, pero esta arriba y se ve bien.

A veces creo estar volviendo desde el fondo, a veces creo que ya se ha ido ese reflejo en el que aún me dolía la parte amputada del alma. Ahora sé que ese estado no es por que la muerte se haya ido, sino que creo que ahora me ha dado una palmada en la espalda. 

sábado, 12 de enero de 2019

Prima vera

De toda tu nieve esta cubierto mi silencio,
Adentro estalla mi sangre contra mis costillas
Y yo siento que son mariposas
Y ya imagino sus alitas de colores.

Esta todo tan callado afuera
Y mis ojos, que antes fueran altavoces,
Han ahogado ante ti todo sonido .
Pasa el tiempo, mis manos se despiertan
Y todo esta cambiando de sentido:
Mi voz escucha, mis ojos tocan,
Lo que antes era llanto hoy es suspiro.
Viene tu sol-sonrisa a esta primavera
Y veo brillar los campos de tu espalda
Y siento que ahora creo en la libertad.
Me salen aves del pecho, ¡Estan volando!
¡Creo que por fin  tú nieve se ha hecho río!
Adentro escucho que ya va despertando
Mi verso rojo cantando escalofríos
Y suben todas mis mareas
Y cantan mis olas de suspiros
Y se acerca la luna de tus ojos.

 A veces mi casa parece una sombra, un hueco, hay espacios que se van sintiendo fríos, marchitos. Hay veces que no quiero volver. Que siento...