No sabes lo confuso que es ver a la persona fuerte, alegre, madura y coherente, convertida en una niña necia que no tiene idea de lo que habla, que duerme todo el tiempo y que se le enredan las palabras.
Y luego verla detrás de esos ojos, entreabiertos, gritando en silencio.
Ver a ese cuerpo que tanto ha andado tanto,
autoritario y casi inmóvil, luchando contra su alma.
¡Me llena de impotencia!
Volteo a consultorios de sillas vacías, de doctores "compadres" que solo tienen para mi un "ahorita que pase de visita..."
Escucho los clamores y lamentos de los otros, tengo tantas preguntas por hacer
y esta inepta institución impune
se lava las manos y presta oídos sordos.
El "bit" del monitor me mantiene en tierra,
pendiente del nivel de oxígeno y la presión arterial;
la frecuencia cardiaca me canta las horas
minuto a minuto el signo vital.
Me he vuelto vigía de que esta niña
no haga berrinche y se vuelva a quitar
el oxígeno que la mantiene "cuerda"
ni se desconecte tramposa el dedal.
Es una oda a mi impaciencia,
tengo tantas ganas de escapar.
Mas no, esta vez he de ser fuerte,
en uno mi vida le voy a pagar.
Vuelve ya a ser mi madre, la cuerda, la fuerte,
que esa cruel niña al fin se marche ya.
¡Vamos! vence de nuevo a la muerte,
anda, vamos a casa, anda, vamos ya!
Y luego verla detrás de esos ojos, entreabiertos, gritando en silencio.
Ver a ese cuerpo que tanto ha andado tanto,
autoritario y casi inmóvil, luchando contra su alma.
¡Me llena de impotencia!
Volteo a consultorios de sillas vacías, de doctores "compadres" que solo tienen para mi un "ahorita que pase de visita..."
Escucho los clamores y lamentos de los otros, tengo tantas preguntas por hacer
y esta inepta institución impune
se lava las manos y presta oídos sordos.
El "bit" del monitor me mantiene en tierra,
pendiente del nivel de oxígeno y la presión arterial;
la frecuencia cardiaca me canta las horas
minuto a minuto el signo vital.
Me he vuelto vigía de que esta niña
no haga berrinche y se vuelva a quitar
el oxígeno que la mantiene "cuerda"
ni se desconecte tramposa el dedal.
Es una oda a mi impaciencia,
tengo tantas ganas de escapar.
Mas no, esta vez he de ser fuerte,
en uno mi vida le voy a pagar.
Vuelve ya a ser mi madre, la cuerda, la fuerte,
que esa cruel niña al fin se marche ya.
¡Vamos! vence de nuevo a la muerte,
anda, vamos a casa, anda, vamos ya!