martes, 17 de septiembre de 2013

En el pasado, la penitencia.

Quiera yo que la que habla aquí sea mi pasado.

Me dejas aquí, mordiendo el polvo,
escribiendo de cosas urbanas
como la que no soy yo, pero que quiero ser
-tuya- y que no puedo.
Pintando de gris mi arco iris,
sintiendo espinas las rosas,
queriendo ver el bosque en mi ventana,
cuando tengo el mar por horizonte.
¿Quién es ésta que no soy que por ti clama,
qué grito de dolor guardó mi voz al verte preso
que removió el candado
con que te encerré en el fondo del olvido.
Y hoy, con tu grito y tu voz entrecortada
destruyes toda prisión y te elevas
hasta esta tierra que piso y en que te busco,
y como llueve busco tu huella
y me encuentro con un reloj de arena ya vencido,
una cucharada de sal
y un alma bella que te rescata
de las sombras en que yo te hacía perdido.
Y yo, amante de las flores y los peces,
quizá ya habré perdido mi arco iris
y mi mundo en blanco y negro me consuma,
algún día aprenderé a escribir sobre las cosas urbanas,
no para ser tuya,
no para quererte,
sino para hallarme
donde una noche de diciembre te quedaste.

 A veces mi casa parece una sombra, un hueco, hay espacios que se van sintiendo fríos, marchitos. Hay veces que no quiero volver. Que siento...