lunes, 15 de abril de 2013

Apartamento de Sra. Polilla.

Así, de repente, escribir no me basta.
No encuentro las palabras, se me escapan, me huyen,
corren, se esconden, se me pierden...
Miro sin mirar, hay un pequeño vacío,
es como una polilla que hizo de mi alma
su apartamento.

lunes, 8 de abril de 2013

Nocturno y extraño.

Esta noche vacía sacudo mis pestañas desde la ventana.
Me encuentro con la primer estrella en la inmensidad,
y de pronto ya inundan como pecas la espalda del cielo
y mis ojos se limpian con una noche sin luna y con estrellas.

Aparece de pronto la proyección de tu mirada,
esa mirada que no me puedo desdibujar de la mente,
aquella mirada impaciente, misteriosa,  que me delineó para inventarme.

Y entonces deseo con toda mi fuerza
que te vuelvas una estrella y me acompañes
esta noche, para poder platicarte, una vez más,
y que me abraces con tus rayos,
y me llenes de tu luz.

Mas las manecillas revuelven el infinito a su antojo
y ahora mismo las estrellas continúan su marcha.
No estás, y yo te siento y hablo, y hablo con tus ojos y tu risa,
y bailo, bailo con la música que me das, que me inspiras,
bailo con el abrazo del infinito,
porque el infinito evoca tu mirada.
Y bailo también con la oscuridad,
andamos por el camino, arreando las estrellas
por si te volvieras una y esta noche quisieras volver a mirarme.

lunes, 1 de abril de 2013

Silencio infinitivo.

Él era una mayúscula inicial, que desencadenaba minúsculas y signos de puntuación.
Era mucho más que yo, que una hoja en blanco, que un ósculo, que un punto, o dos, o tres...
Esa noche de sujetos  indeterminados hubo murmullos de conjugaciones... y yo alcancé a escuchar una paráfrasis de mi locura, gritáronme al oído el amor que me dolía en el pecho, y en el fondo esas palabras tenían más de mi que yo, porque esa peculiar manera de pronunciar, y aquella voz oscura y suave, creaban un eco de lo que solía ser yo, me suprimían para magnificarme; él supo deletrearme con los labios, luego, desapareció. Fue incluso más que leí sus labios, mientras su voz me llegaba como brisa nocturna, casi neblina. Fue menos que un punto, si acaso una coma, la que me pausó el verbo, y aquél sujeto tácito me dejó atónita.
Luego me siguieron paréntesis, y yo quería encerrar su sombra entre corchetes, guardar su imagen entre comillas, y tener una cita...
Él pronunció aquella noche mis palabras, a sabiendas que al oírle yo más no podría... me ganó el silencio en la garganta y el amor nos fue escrito en infinitivo.

 A veces mi casa parece una sombra, un hueco, hay espacios que se van sintiendo fríos, marchitos. Hay veces que no quiero volver. Que siento...