lunes, 1 de abril de 2013

Silencio infinitivo.

Él era una mayúscula inicial, que desencadenaba minúsculas y signos de puntuación.
Era mucho más que yo, que una hoja en blanco, que un ósculo, que un punto, o dos, o tres...
Esa noche de sujetos  indeterminados hubo murmullos de conjugaciones... y yo alcancé a escuchar una paráfrasis de mi locura, gritáronme al oído el amor que me dolía en el pecho, y en el fondo esas palabras tenían más de mi que yo, porque esa peculiar manera de pronunciar, y aquella voz oscura y suave, creaban un eco de lo que solía ser yo, me suprimían para magnificarme; él supo deletrearme con los labios, luego, desapareció. Fue incluso más que leí sus labios, mientras su voz me llegaba como brisa nocturna, casi neblina. Fue menos que un punto, si acaso una coma, la que me pausó el verbo, y aquél sujeto tácito me dejó atónita.
Luego me siguieron paréntesis, y yo quería encerrar su sombra entre corchetes, guardar su imagen entre comillas, y tener una cita...
Él pronunció aquella noche mis palabras, a sabiendas que al oírle yo más no podría... me ganó el silencio en la garganta y el amor nos fue escrito en infinitivo.

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 A veces mi casa parece una sombra, un hueco, hay espacios que se van sintiendo fríos, marchitos. Hay veces que no quiero volver. Que siento...