lunes, 8 de abril de 2013

Nocturno y extraño.

Esta noche vacía sacudo mis pestañas desde la ventana.
Me encuentro con la primer estrella en la inmensidad,
y de pronto ya inundan como pecas la espalda del cielo
y mis ojos se limpian con una noche sin luna y con estrellas.

Aparece de pronto la proyección de tu mirada,
esa mirada que no me puedo desdibujar de la mente,
aquella mirada impaciente, misteriosa,  que me delineó para inventarme.

Y entonces deseo con toda mi fuerza
que te vuelvas una estrella y me acompañes
esta noche, para poder platicarte, una vez más,
y que me abraces con tus rayos,
y me llenes de tu luz.

Mas las manecillas revuelven el infinito a su antojo
y ahora mismo las estrellas continúan su marcha.
No estás, y yo te siento y hablo, y hablo con tus ojos y tu risa,
y bailo, bailo con la música que me das, que me inspiras,
bailo con el abrazo del infinito,
porque el infinito evoca tu mirada.
Y bailo también con la oscuridad,
andamos por el camino, arreando las estrellas
por si te volvieras una y esta noche quisieras volver a mirarme.

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