Ese silencio disfrazado de calma
Escurrir tu piel de asfalto
El ruido de los saltos en los charcos,
Más tarde el cantar de las ranas.
Me gustan tus ojos después de la tormenta
Cuando la niebla se asienta y besa los restos de gotas en las hojas
Y los nombra Rocío.
Y yo, como si fuera otra, los nombro como tú.
Me gusta que sean mis pies los que chapotean tus calles
Recorrerte, andarte, a tientas, a sorbos.
Me gusta tu aroma después de la tormenta,
Me gustas entera, antes de la tormenta, fiera y dócil, porque me sabes tuya bajo la tormenta.