martes, 11 de diciembre de 2018

hoy ha sido un día bastante extraño, me he encontrado con una parte de mí a la que he ignorado creo que inconscientemente.
Hoy celebro el tango, me he dedicado a él los últimos diez años de mi vida y está en mis planes hacerlo durante muchos años más, sin embargo hoy, analizándome, mi trayectoria y recorrido, me cuestiono muchas cosas ¿he hecho algo importante con/en estos años? ¿He aprovechado al máximo el tiempo y a mi equipo? ¿realmente tengo un equipo? ¿cómo puedo saber si estoy haciendo bien las cosas? Veo a otras personas haciendo y creando con el Tango, los veo cometer los mismos errores que cometí hace varios años, veo la comunidad "crecer" y a la vez, dividirse más. Veo personas difundiendo técnica erróneamente y aún así ser aplaudidos y elogiados, ¿Vale la pena todo mi tiempo invertido en limpieza, mi enfoque es demasiado purista? ¿Habré tomado el camino largo del tango?
ME encuentro en esa zona donde no sé reconocer si es ira, miedo, mediocridad o envidia, sólo sé que es un sentimiento que no quiero reconocer mío, que ojalá no lo sintiera, ojalá pudiera hacer caso omiso y seguir "con lo mío", mas no puedo.
A todo eso salen tantas preguntas y más respuestas que crean más preguntas y en uno de esos caminos he llegado al punto en el que me topo con la realidad: no puedo bailar.  María decidió ser bailarina de Tango, es lo que más le llena en el alma y no puede bailar.
Es duro. Es otra de las cosas que no quiero reconocer como mía, pero esta vez no puedo hacer caso omiso al dolor físico y el dolor que me provoca en el alma es tan grande.
Amo la docencia, amo contagiar y sembrar esa semilla de amor tanguero en cada uno de mis alumnos, pero nada se compara a esa sensación tan bella de perderse en el abrazo y la música.
Está esta parte optimista que me dice "mientras tengas cuerpo puedes bailar", "mira este video de tal persona", pero viene mi vanidad, que es mucha a decirme "no puedes usar tacones", "tu rodilla no aguanta tanta presión", "tus articulaciones duelen".
Hoy es un día donde la realidad me duele, donde acepto que odio esa realidad, y así reconociendo mis sentimientos más oscuros y un poco apenada por ello, continúo. Hay veces que no sé qué dirección tomar, hoy es una de ellas. Sé que no voy a dejarlo, amo el Tango como a nada en el mundo y bueno, aunque sea el camino largo, en algún punto voy a llegar a algún lado. Espero seguir tomando buenas decisiones para poder guiar a mi equipo, cuando sea necesario. 

 A veces mi casa parece una sombra, un hueco, hay espacios que se van sintiendo fríos, marchitos. Hay veces que no quiero volver. Que siento...