jueves, 20 de agosto de 2015

Le hablo a tus ojos, sedientos de luz, de brisa fresca.
Me dirijo a tu mirada de valles, de montañas, de luz y fuerza y dolor. A tus lunares de sol, de infinita constelación; a tu piel de humo, de canela y hierbas y seda y arena; le hablo a tu lengua de letras, de rosas, de roces, de palabrerías. A tus labios de viento, de magma, de amanecer. A tu voz de universo, tu voz de canto, de trinos y risas. Le hablo a tu esencia, a tu ser, a tus muecas que tengo grabadas, a tu sonrisa que sé de memoria, a tu existencia, a tu presencia, me dirijo a tu silueta y a tu espalda y a tu complexión que me hace hallarte. Le escribo a tu ser, a tu figura, a tu alma que me parece un anochecer, al lado oscuro de la luna. Le hablo al infierno de tu ausencia y tu fantasma Diablo.

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