miércoles, 26 de septiembre de 2012

Escalofrío, delirios y renovación. (Noche 4)

Esta noche no había sed de ti, mi chocolate. Mas por costumbre clamé tu nombre. Te he hecho esperar en mi mesa. Te enfriaste. Mi lengua quemada sonreía entre mis labios, no podía soportarte de otra forma.. Tu espuma seductora se había ido, mas te sorbí y aún más suave estremeces mi ser, mi piel que lucha contra la humedad del patio que está a mi espalda.
Vuelvo, vuelvo a ti después de arde y de entregarme, después de echar al abismo mis flores, por si se hacen mariposas y pueden volar. Mas no, ya no puedo verlas, rebotan, penetran y luego se van. Tomo, beso tu suave y tibio color, mi lengua antes temerosa, te recibe con fervor.
Escalofríos, delirios y renovación.
Te contaré, chocolate, del silencio, silencio que habita en mi ser.
Ese silencio que antes reinaba y luego llega el martes, explota, se comprime y se minimiza ¡no! ¡Basta de silencio! Chocolate, mejor te cuento del mal y del bien. El mal atado a mis piel, va en mi sombra, no me deja, está en mis letras y me duele. El bien, es como tú, de tu familia. Inoportuno, o quizá exactamente puntual. Es una sonrisa, ese es el bien, un gran suspiro que libera.
Un escalofrío más y mi piel estallará, que está sorda de la lluvia, entretenida por el bien, escapando del mal.
Te he buscado una vez más, chocolate, te he besado hasta tu final. Hierves en mis labios, te derramas y escurre una gota que se escapa por la cerámica blanca de tu risa. Revive mi boca, la despiertas. No quiero volar con nuevas alas, chocolate, mis sedes alimentas y te agotas y me dejas entre el bien y el mal, en la mesa de la esquina, bajo la orquesta de la lluvia contra el domo y junto al patio que me empapa de humedad.
Chocolate, fiel testigo de mi vanidad, que me tomas y te bebo a voluntad. Creo que eres poesía, así te llamas, porque yo quiero, porque la poesía no es, y tú sí eres. Mas no estás y aquí está la poesía. Serás lo que no es, y yo, yo tampoco soy, seré quizá el deseo de ser tu voluntad o de ser tuya para ser y estar. Estar siendo, permanecer escribiendo, por adicción a ti, por ser, por estar junto a tu aroma, bebiéndote, siendo tuya.
O tal vez no ser, tan solo surgir como el sabor en mi lengua quemada, o disolverme como la espuma de mi chocolate, o volverme eco y rebotar, penetrar e irme... como el león que camina la sombra, que duerme, que duerme y que besa.
No es como que quiera diluirme, mas la lluvia me induce al llanto. No es como que quiera huir, pero estoy cansada del silencio de mi sombra.

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